Palabras de Ernesto Villegas Poljak, ministro del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela, durante la XXII Conferencia Iberoamericana de Ministras y Ministros de Cultura 2025

“¡Bon día!”

Nuestro saludo al pueblo catalán, así en su idioma, y a todos los pueblos de la Península Ibérica y de Nuestra América mestiza aquí presentes en esta reunión.

Uruguay y Venezuela tenemos la ventaja de estar de últimos en el alfabeto y así tenemos posibilidad de decir que asumimos como nuestras las posturas que todos nuestros hermanos han expresado acá en el marco de esta diversidad que saludamos, que aplaudimos, que es consustancial a lo que somos.

El Libertador Simón Bolívar encontraba dificultades para definir eso —¿quiénes somos? — en el caso de Nuestra América mestiza, como el gran José Martí la definía. “Tengamos en cuenta —decía el Libertador— que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del Norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una emanación de Europa, pues hasta la España misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su carácter.

Es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos”.

Permítanme también saludarlos en el idioma caribano, el idioma de nuestro gran cacique Guaicaipuro: “¡Pokomano chichi!”. Así se dice “buenos días” en esa lengua indígena que nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela reconoce como más que una lengua: son idiomas oficiales para los pueblos indígenas y como tales deben ser respetados.

“Buenos días” en castellano, en este idioma en el que podemos conocernos, en el que podemos interactuar. Quiero pedir un aplauso para el Ministro de Cultura de España, mi tocayo Ernest, y para todo el equipo que organiza esta conferencia.

Tal como lo planteé en un espacio parecido a este, en el marco de la anterior Mondiacult, en México, deberíamos aprovechar este idioma castellano en el que hablamos para unirnos más en nuestra diversidad.

Por eso, quisiéramos que fuese Cervantes y no Pizarro el referente de la llamada hispanidad. Mañana 29 de septiembre, se cumplen 478 años del nacimiento del autor de El Quijote y ojalá podamos celebrar juntos esa fecha. Cervantes nos une, Pizarro nos divide.

La República Bolivariana de Venezuela respalda el documento aprobado por nuestros equipos con un pie de página que junto a nuestros hermanos de Cuba demanda el rechazo de todas las formas de violencia, coerción y discriminación conforme al derecho internacional y a la carta de Naciones Unidas.

Ratificamos aquí lo que ya planteamos en México en 2022: así como desde 1954 existe la Convención de La Haya para la protección del patrimonio cultural en casos de conflictos armados, la humanidad también debería disponer de algún instrumento internacional que coloque el patrimonio cultural y los derechos culturales a resguardo de ese instrumento perverso de guerra no convencional que son las llamadas medidas coercitivas unilaterales.

Cuando lo planteamos en México, Venezuela ya soportaba el acoso de más de 900 medidas coercitivas unilaterales, que no afectan a un puñado de funcionarios, como el aparato comunicacional hegemónico pretende imponer, sino a todo nuestro pueblo. Estas mal llamadas “sanciones” no solo se traducen en penurias económicas y migración por causas económicas —como a todos ustedes les consta—, sino también en daños y menoscabo del patrimonio cultural y los derechos culturales de nuestro pueblo.”

En ese contexto adverso, sin embargo, el Gobierno Bolivariano que encabeza el presidente Nicolás Maduro Moros ha hecho un enorme esfuerzo no sólo por mantener políticas culturales como el Sistema de coros y orquestas juveniles infantiles “Simón Bolívar” —con más de un millón de jóvenes y niños incorporados a sus tareas formativas en materia musical— sino que también ha lanzado un ambicioso programa denominado Gran Misión Viva Venezuela, mi Patria Querida, dirigida al realce de nuestras músicas, cantos, bailes, saberes y manifestaciones culturales de raíz tradicional, así como de toda nuestra rica diversidad cultural. Más de 500,000 artistas, cultores y creadores acudieron a registrarse voluntariamente en este quijotesco programa.

De las nefastas sanciones, la potencia que nos acosa ha escalado su agresividad, colocando ocho buques militares y un submarino nuclear en las sagradas aguas del Mar Caribe, con 1200 misiles apuntando hacia Venezuela en este momento.

Esa potencia agresiva se ufana de haber asesinado a al menos 17 seres humanos que iban a bordo de embarcaciones en el Mar Caribe sin fórmula de juicio, todo con la excusa del combate al narcotráfico. Datos de la Organización de Naciones Unidas indican que el 87% de la droga que provee Suramérica al inmenso mercado de consumo estadounidense de las drogas ilícitas pasa por el Océano Pacífico y no por el Caribe, pero Estados Unidos se empeña en vender a sus nacionales y al mundo una falaz mentira anti venezolana.

Esto tiene precedentes preocupantes. Me permito recordarles el caso de Irak. Aquí traigo una fotografía que ustedes recordarán: es el señor Colin Powell, quien ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas mostró un supuesto frasco de ántrax, como prueba irrefutable de que había armas de destrucción masiva en Irak. Un millón de muertos después, este mismo personaje reconoció que todo era mentira y se disculpó con un simple “lo siento”.

La invasión estadounidense costó, además de ese millón de muertos, daños irreversibles al patrimonio cultural de Irak y de toda la humanidad. Fue destruida la biblioteca de Bagdad con joyas como los originales de Las mil y una noches, por ejemplo.

Nada de eso hubiese sido posible sin el concurso de una colosal maquinaria comunicacional que creó las condiciones para ello.  Una maquinaria similar se ha puesto en marcha para estigmatizar a Venezuela y a sus nacionales.

Un artista venezolano recientemente fallecido, Edgar Álvarez Estrada, lo pintó así: nuestro mapa rodeado de águilas amenazantes.

Esta maquinaria no sólo ha sido puesta en marcha contra su liderazgo político, que sería lo de menos, sino que incluye la xenofobia y la persecución simbólica y física de los venezolanos y venezolanas como si se tratase de criminales sin condición humana.

Una vieja fantasía de Colón reportó que nuestros indígenas caribes eran caníbales y algunos tenían hocico de perro, como lo explica el gran intelectual cubano Roberto Fernández Retamar en este libro —Todo Calibán— que me acompañó en el viaje hacia España. Una obra maestra, mi querido Alpidio [ministro de Cultura de Cuba]. Aprendí en estas páginas que la palabra “caníbal” proviene de “caribe”.

Antes de venir a esta reunión firmé un documento muy sencillo que aquí les traje. Es un certificado de inscripción que reconoce a nuestros pescadores y pescadoras como portadores culturales patrimoniales de Venezuela. Esos pescadores, de cuyo temor hoy se burlan desde Washington tras sus ataques en el Caribe, son ciertamente portadores de saberes ancestrales vinculados a las artes de pesca, la elaboración artesanal de sus redes, saberes ancestrales, cantos, músicas y poesías. Son motivo de inspiración para artistas como el que elaboró esta pequeña pieza de artesanía de un pescador venezolano en el Mar Caribe. Prefiero mil veces esta artesanía que el frasco de supuesto ántrax de Colin Powell.

Son esos pescadores iguales a otros compatriotas nuestros que junto con otros latinoamericanos están siendo perseguidos en Estados Unidos y depositados en campos de concentración en la Florida y en un país latinoamericano que ha prestado su territorio para ello, cuyo nombre me abstendré de mencionar por el amor que sentimos hacia su pueblo.

Una obra venezolana de teatro, danza, música y artes circenses llamada “Ni enemigos ni extranjeros” ha sido presentada en Caracas y diversas ciudades. Quiero creer que su estreno sirvió para reunir fuerzas que desembocaron en el retorno de varios de esos compatriotas secuestrados mediante un programa que lleva adelante Venezuela con el nombre de “Vuelta a la patria”, nombre tomado del poema de Juan Antonio Pérez Bonalde.

Reitero aquí lo que ya planteamos en México. La Unesco debería promover un nuevo Informe MacBride, como el que en 1980 dejó en evidencia la necesidad de un nuevo orden informativo mundial. Los expertos de aquel entonces desnudaron el enorme poder de las corporaciones mediáticas en la formación de sentido y opinión pública, gustos y comportamientos sociales. Este año se cumplen 45 años de aquel documento y a las pruebas me remito sobre la necesidad de actualizarlo en esta era digital en la cual el poder de las corporaciones se ha exacerbado con la Inteligencia Artificial y las llamadas redes sociales.

En Venezuela, nos estamos preparando para todos los escenarios en la defensa de nuestra soberanía, de nuestra cultura, de nuestra identidad. Hace unos días, vimos a un grupo de artistas, cultores y creadores realizando entrenamiento militar: todos ellos enemigos de las armas y de la violencia, pero resueltos a defender nuestra soberanía en todos los terrenos.

Ojalá esta reunión iberoamericana y MONDIACULT 2025 sirvan realmente para que la cultura de paz, una cultura verdaderamente humana, le gane la batalla a la anticultura antihumana de la violencia y el despojo, como bien la definió la Ministra de Culturas, Artes y Saberes de Colombia.

Insistamos sin dejarnos hipnotizar por esos poderes locos en ese camino. Digamos como Artigas, mi querida hermana uruguaya: “No esperemos nada sino de nosotros mismos”. Termino sumándome a nuestro hermano Alpidio Alonso: ¡Viva Palestina libre! ¡Alto al genocidio en Palestina!

¡Viva el bicentenario del Congreso Anfictiónico de Panamá!

Así como hicimos este año con el Bicentenario de la Independencia de Bolivia, lo celebraremos también desde Venezuela como faro de Nuestra América.

Nosotros, como Don Quijote, insistiremos siempre en el canto de nuestro cantor Alí Primera: “Ayúdenla, ayúdenla… ¡Que sea humana la humanidad!”.

Muchas gracias.

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