Prensa MPPC (27/06/25).- En los valles del Orituco, específicamente en la histórica Hacienda Tocoragua, se forjó una de las tradiciones más arraigadas y significativas del estado Guárico: Los Negros Kimbanganos. Esta impactante manifestación cultural, que evoca el encuentro de San Juan Bautista con los africanos esclavizados en estas tierras, trasciende una mera celebración para convertirse en un testimonio vivo de la resiliencia y la memoria de un pueblo.
La historia de los Kimbanganos es un reflejo profundo de los complejos procesos culturales y sociales que han moldeado la identidad venezolana. Conocer estas raíces se vuelve esencial para comprender el pasado y afirmar el sentido de pertenencia. La tradición, transmitida de generación en generación, actúa como una poderosa herramienta para preservar la memoria colectiva y mantener viva la herencia africana en la región.
Según el cultor Roger Naranjo, miembro de la Cofradía Negros Kimbanganos de Lezama, la festividad de San Juan, que se celebra cada 23 y 24 de junio, inicia con una velada llena de misticismo y devoción. La noche del 23, a partir de las 8:00 p.m., se reza un rosario a la imagen de San Juan Parrandero, hallado en la Hacienda Tocoragua. A las 9:00 p.m., el primer repique de tambor marca el inicio de una vibrante parranda, donde el canto, el baile y la música se entrelazan en la vigilia del santo.
El 24 de junio, la celebración continúa con una misa en honor a San Juan Bautista en la iglesia local. A las 10:00 a.m., la imagen del “Santo Grande” es sacada en procesión al ritmo del “Tambor del Hoyoyo”, entonando cánticos como “Adiós que nos vamos, hoyoyo, nos vamos, nos vamos, hoyoyo, en la fiesta de San Juan”. El recorrido por las calles de Lezama incluye paradas en diferentes hogares, culminando con la entrega de la imagen a la iglesia entre las 3:00 p.m. y 4:00 p.m., donde es despedida con el mismo ritmo contagioso.
Tras la procesión, se ejecuta el “Tambor Redondo”, un ritual dedicado al San Juan de la iglesia, seguido de un “Lucero” donde se le canta al santo. Un momento cumbre de la festividad es el repique de la “Jinca Kimbangano”, una danza en la que dos kimbanganos simulan una pelea.
Este acto ancestral, explica Naranjo, rememora las prácticas de entrenamiento de los esclavizados, quienes se preparaban en secreto para una eventual insurrección contra sus opresores. Esta profunda conexión con la resistencia histórica explica por qué Los Negros Kimbanganos de Lezama no ingresan a la iglesia durante las festividades del 23 y 24 de junio, simbolizando su herencia de lucha y libertad.
La tradición de los Kimbanganos de Lezama es un patrimonio cultural invaluable para Venezuela. Nos invita a reflexionar sobre la fuerza de la memoria, la identidad y la resistencia, y es un poderoso recordatorio de cómo la cultura puede honrar el pasado y construir un futuro donde la historia de todos sea reconocida y valorada.


T: Luis Rebolledo
F: Misión Cultura Guárico