Letras y memoria en la Galería de Arte Nacional

Prensa MPPC (06/07/25).- La Galería de Arte Nacional y la plaza de la Juventud, epicentro de la 21a Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2025, respiraron este sábado un aire cargado de tinta, ideas y multitudes. Desde temprano, el rumor de pasos curiosos, el susurro de páginas y el zumbido de voces tejieron una atmósfera única donde la cultura brotó en cada rincón, entre estands abarrotados y paredes que custodian la memoria de la plástica venezolana.

La mañana comenzó con el recogimiento poético del homenaje a Gonzalo Fragui, mientras el foro “Todo comienza en las aguas” fluía bajo la sabiduría del homenajeado Esteban Emilio Mosonyi. En paralelo, el conversatorio sobre Gouda Abdul Khalek —economista egipcio referente del pensamiento crítico en justicia social— dirigido por Gustavo Velasco, demostró la diversidad temática bajo este techo de arte.

En la sala Judith Valencia, el taller “El quicio de los ángeles” exploró el legado del maestro Juan Calzadilla, cuya ausencia física contrasta con su eterna presencia en las letras.

El mediodía trajo destellos plurales. La exposición “Marc de Civrieux. De París al Orinoco” unió dos mundos, mientras en la sala Filven el experto internacional Dr. Yousry Abushady develó “La verdad del reactor nuclear sirio”, denunciando manipulaciones de agencias globales de noticias.

La identidad siguió resonando en la conferencia “El indígena de los 20 idiomas”, honrando el legado lingüístico de Esteban Emilio Mosonyi.

La tarde tejió puentes entre culturas. El periodista egipcio Sayed Gubeyal analizó los cambios geopolíticos, mientras el arte islámico revelaba sus códigos milenarios. En otro espacio, la Fundación Nicolás Guillén evocó los versos de Andrés Eloy Blanco a 70 años de su siembra, guiados por Norberto Codina Boeras.

Entonces irrumpieron los tambores: la inauguración de “Un Pueblo en Destierro” transformó la GAN. Mientras se recorría la muestra fotográfica sobre el éxodo de Turiamo (1957), los Diablos Danzantes invadieron el espacio.

Sus máscaras, cintas multicolores y cascabeles convirtieron los pasillos en rito viviente. Bailaron entre estands, cantaron frente a fotografías de su tradición Patrimonio de la Humanidad, y con cada zapateo reafirmaron que la memoria siempre florece. Fueron guardianes de la tradición recorriendo los espacios de la feria, recordando que la cultura es cuerpo en movimiento.

Mientras los debates intelectuales ardían, un contrapunto de risas animaba el pabellón infantil. En la sala Civreaux, Wilmer Gómez lideraba el conversatorio sobre actividades para personas con discapacidad visual y ciegas, recordando que la inclusión también es poesía cotidiana.

El ocaso encendió fusiones: La Librería Digital CCS analizó Nuevas voces en la sala Mosonyi, mientras el colombiano Sergio Santana Archbold presentó Héctor Lavoe. La voz del barrio. La geopolítica resonó con El Esequibo: camino secreto de la anexión, de Gerónimo Pérez Rascaniere, y Carmen Bohórquez reivindicó a Francisco de Miranda como precursor de las independencias.

El crepúsculo congregó constelaciones: Tarek William Saab recibió un homenaje multitudinario en la sala Egipto, donde poetas, narradores e investigadores destacaron su trayectoria. Simultáneamente, Luis Britto García presentó Anda nada —libro de relatos breves donde el Caribe encuentra sus metáforas— junto a Miguel Ángel Pérez Pirela, mientras en otros espacios se defendía el legado bolivariano frente a las fake news.

Bajo las luces de la GAN, la jornada culminó con el eco de los versos y el murmullo de los debates. La feria extiende su invitación a perderse entre libros que guardan mundos, a descubrir a autoras y autores que desafían el tiempo, y a celebrar el diálogo inagotable entre nuestras raíces y el porvenir.

En la Filven 2025 las puertas siguen abiertas, las páginas esperan ser leídas y la memoria colectiva sigue escribiéndose.

T: Prensa Cenal

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