Suscribo totalmente las palabras dejadas por nuestro poeta Aquiles Nazoa en su Credo: “Creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable”. El mismo Aquiles decía en su obra teatral “Byron a Misolonghi” que “siempre hubo hombres que en la alta noche abandonaron la pluma con que escribían su poema, para correr, locos de angustia, a socorrer al prójimo que gemía en las tinieblas ¿Quién permanece tranquilo en su mesa de trabajo cuando el mundo se incendia a su alrededor? ¿Quién hace en paz sus ejercicios de piano cuando las gentes sufren? ¿Quién inventa una nueva luz para su cuadro mientras el mundo nada a ciegas?”
Esas mismas preguntas nos las hacemos cuando se ciernen amenazas contra la Patria y esa vida perdurable que vamos construyendo en ella los que la amamos. La creación artística hace vida en el territorio de los simbólico, razón que pueden esgrimir aquellos que intentan aislarse de la realidad desconociendo que las guerras también se hacen en ese territorio.
Enfrentarlas allí es nuestra responsabilidad
Hablamos del territorio de lo simbólico cuando se arma un constructo para criminalizar nuestro más profundo sentido de identidad que es la venezolanidad y cuando se pretende imponer una imagen de la Patria de Bolívar como un narcoestado poblado de forajidos y se intenta imponer la idea de que quienes han asumido la heroica responsabilidad de liderar este proceso revolucionario no son sino capos de un cártel surgido del muy estereotipado imaginario hollywoodense.
Cuando con ese pretexto se inician maniobras con fragatas de guerra y hasta un submarino nuclear frente a nuestras costas, bien sabemos que eso no es más que los preparativos para un ataque real. Ante eso, nos toca, diría Silvio, dejar la casa y el sillón. Por eso yo me alisto.
Ignacio Barreto
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31/08/2025

