Domingo de letras y abrazos: la Filven palpita entre familias y libros

Prensa MPPC (07/07/25).- Desde la mañana del domingo 6 de julio, la 21a Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) 2025 se vistió de los colores de sus visitantes. Cientos de familias cruzaron sus puertas como un río de curiosidad: niños y niñas tirando de las manos de sus familiares, jóvenes hojeando novelas, padres cargando bolsas con tesoros recién descubiertos. El aire olía a papel nuevo y esperanza.

La mañana comenzó con voces que tejían puentes. En la Sala Marc de Civrieux, Omaira Forero conversó con cinco escritores en “Tiempo de letras”, mientras en la Sala Filven se rendía homenaje al etnólogo francés con “La tentación de las perlas”. Casi al mismo tiempo, en la Sala Egipto, una lectura desde la arquitectura desentrañaba los secretos de las pirámides, y en la Sala Mosonyi, la ciencia ficción venezolana navegaba por “Ríos milenarios”.

Pero el corazón latía fuerte en el Pabellón Infantil: niños y niñas pintando murales inspirados en “El secreto del cangrejo azul”, de Tony Tong; otros sellando culturas entre el Nilo y el Orinoco con acuarelas, y decenas más en el hechizo de “La nana mágica” en el anfiteatro. En este pabellón los libros no solo se leían, se tocaban, se coloreaban, se transformaban en títeres y canciones.

Entre cafés y libros, las voces del público tejían su propia crónica. Fernando, acompañado de sus hijas y esposa, compartía con emoción: “Esto viene de Chávez”, quien hizo realidad “el día que entregaron miles de Don Quijote en Plaza Bolívar. A veces compramos, a veces solo disfrutamos el ambiente, pero siempre es extraordinario”.

Karelys, docente de preescolar, observaba sonriente: “Incentiva a niños y adultos. He visto más opciones infantiles que nunca, ¡y los libros para primera infancia son una joya!”.

El mediodía trajo historias que desafían el tiempo. En la Sala Juan Calzadilla, el homenaje al poeta reunió a tres generaciones frente a sus manuscritos. Mientras, Lourdes Manrique analizaba la geopolítica de Chávez “desde el corazón” en la Sala Judith Valencia, y en la Sala Filven, Esteban Emilio Mosonyi volvía a vivir en su “Literatura indígena”.

En los espacios de la plaza de la Juventud, un visitante respiraba hondo: “Este aire natural, el pabellón infantil… es hermoso. Nos sentimos bien tratados, añoramos un país así”. Italo Vera, expositor y profesor, añadía: “Como asistente y participante, me emociona el entusiasmo por la literatura. ¡Hay tanta vida alrededor de los libros!”.

Por la tarde, el libro mostró su poder integrador: asistentes discutían sobre Frantz Fanon en la Sala Fragui, jóvenes grababan poemas en el taller “Crear con palabras”, y niñas y niños tejían muñecas Abayomi –símbolo de resistencia afro– junto a abuelas que recordaban sus raíces. En la Sala Egipto, egipcios y venezolanos descubrían versos comunes en “Poesía con ojos de Nilo”.

El ocaso llegó con cantos a la memoria: Tarek William Saab reunió a cinco poetas que leyeron sus versos como ofrenda en la Sala Filven, mientras en la Sala Mosonyi se presentaba “Un lago cuenta su historia”, una de las últimas ediciones de la Revista Nacional de Cultura. Al fondo, niños y niñas reían con “El cangrejo de Luxor” convertido en títere.

Este domingo, los libros fueron más que objetos: fueron mesas donde Fernando enseñó a sus hijas a descifrar mundos; puentes entre Karelys y sus futuros alumnos; bancas donde un visitante anónimo soñó un país.

La 21a Feria Internacional del Libro de Venezuela sigue abierta hasta el 13 de julio. La invitación es a recorrerla desde muy temprano de manos de quienes nos aman, pues aquí, entre cuentos y debates, cada libro es un hogar compartido.

T: Prensa Cenal

noticias destacadas

archivo de
noticias

Meses

Comparte este texto

Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram