Si los dioses del Olimpo tuviesen la potestad de otorgarle a las personas de bien,
con dotes excepcionales, la vida eterna, Juan Carlos Núñez estaría en el Panteón
de los Elegidos, aquellos que hicieron de la sensibilidad artística y social un valor
trascendente de humanidad plena.
Juan Carlos fue sin duda, un músico genial, el más importante de la generación de
los años 60 en Venezuela. Su amplio conocimiento sobre el acervo cultural
venezolano, aunado a una sólida formación académica, así lo corroboran.
De esa herencia musical sembrada por el Maestro Sojo, desde la Escuela de Música
de Caracas, de formación nacionalista y representada en las primeras promociones
de los años 40, por Antonio Lauro, Inocente Carreño, Evencio Castellanos y Antonio
Estévez, entre otros, Juan Carlos Núñez supo abrevar en el Jagüey de la patria
espiritual, lo mejor de las creaciones musicales del pueblo, para crear un estilo
único, apasionado e impetuoso, cuya fuerza descubrimos en el enjundioso y sólido
repertorio de su impronta creativa.
Desde los tiempos juveniles, de aquellas travesuras pianísticas sorprendentes, que
le dieron valor universal a nuestro joropo, a través de la técnica de la fuga, que
hubiese sorprendido al mismo Juan Sebastian Bach, pasando por la profundidad
armónica del repertorio cancionil de Otilio Galíndez, y la auscultación de la canta
llanera, propia de las tonadas de Simón Díaz, magnificadas en el formato sinfónico
en plenitud, Juan Carlos Núñez como arreglista académico y popular, de la música
venezolana, nos legó una estética noble y vigorosa de grandeza indiscutible.
Esto nos habla de un compositor genuino, con el oído apegado a la tierra, pero que
fue más allá a la hora de asumir sus propias creaciones académicas, en formato
sinfónico, coral, en oratorios y misas que nos reafirma su excelsa condición artística.
Allí se inscriben: “El Martirio de San Sebastián”, un tríptico inspirado en la poesía de
García Lorca, “La Misa de la Resurrección”, “La Misa de los Trópicos”, una
verdadera joya artística que integra la música sinfónica coral con los tambores
afroaragüeños en homenaje a la Madre María de San José, la primera santa mestiza
elevada al panteón de los cielos. El texto de esta Misa pertenece a Rafael Salazar,
basado en las culturas ancestrales que condicionaron la formación del mestizaje
fecundo venezolano, con la presencia de la casida árabe y sus versos monorrimos
dedicados a Alá, y también con la exaltación de sirenas, sangueos y golpes de los
tambores bantú africanos para que San Juan Bautista reciba a la Madre María en
su entrada triunfal al reino de los cielos.
Y también, el “Tango Cortázar”, las óperas “Doña Bárbara”, basada en la novela de
Rómulo Gallegos y “Chúo Gil” inspirada en un texto de Uslar Pietri, son apenas una
referencia testimonial de la calidad de la obra artística de Juan Carlos Núñez.
Su última creación, aún sin estrenar, para Orquesta de Cámara, barítono y piano
concertante, basada en el poema “Canto a España” de Andrés Eloy Blanco, fue
finalizada en octubre del año 2023.
Pero en ese andar lejano de Juan Carlos, ya habría labrado un derrotero como
músico que lo elevaría a la categoría de gran maestro.
Conocimos a Juan Carlos en 1962, en el ambiente artístico efervescente de la
Universidad Central de Venezuela, donde una muchachada veinteañera participó
en la fundación del movimiento “Vanguardia Musical Venezolana”, al cual
pertenecimos junto a José Vicente Torres, Rómulo Lazarde, Morela Muñoz, Aída
Navarro y Guiomar Narváez, entre otros soñadores, para llevar la música
venezolana y universal a los barrios, liceos, fábricas y poblaciones campesinas,
dentro de un propósito dignificador del arte del pueblo. Este movimiento de
Vanguardia Musical logró la creación de la primera orquesta juvenil de la
Universidad Central de Venezuela, en 1965, con la asesoría del Maestro Ángel
Sauce y el apoyo de la Dirección de Cultura de esa Universidad.
A principios de los años 70, Vanguardia Musical, presidida por José Vicente Torres,
logra la fundación de la Orquesta Sinfónica Juvenil del Conservatorio de Música del
estado Aragua, dirigida por Juan Carlos Núñez y el Maestro Antonio Estévez, que
tuvo el honor de realizar el estreno mundial de la “Misa de los Trópicos.”
Hoy Juan Carlos, por su obra magnífica en el campo sinfónico, popular, en el teatro
y en el cine, va a permanecer con toda certeza permanecer en el memorial de la
patria verdadera, aquella que vibra en el sentimiento popular.
Valga ahora, en este tiempo de la partida de Juan Carlos a la eternidad, una lágrima
que nos remueve los bordes del alma, por el amigo con quien compartimos
querencias y locuras.
La comunidad musical del país, eleva ante el Ministerio del Poder Popular para la
Cultura de Venezuela, la solicitud de preservación, edición y grabación de la copiosa
obra de Juan Carlos Núñez para que ella permanezca en el tiempo como símbolo
inequívoco de nuestra identidad.
Rafael Salazar
Madrid, 17 de julio de 2024