Muere Antonio José de Sucre
Prensa MPPC (04/06/2022).- “El Abel de América”, como lo bautizó Simón Bolívar, Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá, prócer militar, político, diplomático y estadista venezolano, se destacó por ser una figura protagónica en los momentos decisivos durante las luchas independentistas de América.
Este insigne patriota, nacido el 3 de febrero de 1795 en Cumaná, estado Sucre, fue asesinado el 4 de junio de 1830 en la montaña de Berruecos, en Colombia, durante un atentado, mientras se encontraba montado en su caballo en la Provincia de Pastos.
Los últimos años de su vida los pasó en el campo de batalla. Antonio José de Sucre está considerado uno de los militares más completos de la gesta emancipadora americana.
“El Mariscal de Ayacucho”, como también se le conocía, uno de los más leales compañeros de armas e ideales del Libertador Simón Bolívar, fue nombrado presidente de la República de Bolivia el 7 de octubre de 1817, gobernó el Perú, es el principal héroe de la actual República de Ecuador, además que ejerció los cargos como Comandante del Ejército del Sur y General de la Gran Colombia.
El asesinato de Sucre fue como una “Crónica de una muerte anunciada”, ya que el mismo fue planificado y ejecutado en las Montañas de Berruecos- Arboleda (Nariño) Colombia, con alevosía, ensañamiento, ventaja y premeditación.
Tras la cobarde acción, allí permaneció su cadáver por más de 24 horas hasta que los pobladores de las localidades cercanas le dieran cristiana sepultura.
Sí Sucre se hubiese ido por Buenaventura, allí lo esperaba el general Pedro Murgueitio para darle muerte; si optaba por la vía de Panamá lo acechaba el general Tomás Herrera, y desde Neiva lo vigilaba el general José Hilario López. Todos con el mismo fin.
El Gran Mariscal de Ayacucho murió asesinado en una emboscada, planeada por el general Juan José Flores. Ese día, muy temprano por la mañana, Antonio José de Sucre toma el camino de su cita final.
En el sendero estrecho hacia las montañas de Berruecos, cuatro criminales contactados por José María Obando, Apolinar Morillo (venezolano), Andrés Rodríguez y Juan Cruz (peruanos) y Juan Gregorio Rodríguez (colombiano) lo asesinaron a mansalva.
Sus restos mortales fueron llevados a Quito por deseo expreso del Mariscal de Ayacucho. Actualmente reposan en la Catedral Metropolitana de Quito, Ecuador.
T: Prensa Agencias / F: Referencial