Prensa MPPC (16/01/2022) Enaltecido como uno de los cuatro grandes pintores clásicos de Venezuela, así es recordado Antonio Herrera Toro, criollo de la plástica nacional nacido el 16 de enero de 1857 bajo el seno de un cálido y modesto hogar valenciano; fue apadrinado desde temprana edad por el grande, Martín Tovar y Tovar, quien lo escoltó y encaminó en las mieles de la pintura academicista, de la cual se hizo abanderado y defensor durante su fructífera carrera como artista.
En este mismo contexto, Herrera Toro se caracterizó desde sus inicios como un artista de saberes, amante de los estudios y la preparación, las instalaciones de la Academia de Bellas Artes lo vieron echar raíces y fortificar su innato talento como joven exponente y más tarde como un baluarte del renglón clásico de la pintura nacional.
Gracias a la injerencia del gobierno de Antonio Guzmán Blanco recibe una beca para realizar estudios en Europa, específicamente en París, Francia y Roma, Italia, países que lo acogieron y de donde pudo seguir su intensa y ardua preparación como exponente de la pintura universal con sello venezolano.
A Antonio Herrera Toro se le encomendó la difícil tarea de culminar varias obras que habían sido asignadas a otros grandes de la pintura nacional, como fue el caso de la Batalla de Junín y la Batalla de Ayacucho, obras que realizaría Tovar y Tovar en persona, pero que no pudo materializar, dándole paso a este valenciano.
De esta forma, Herrera Toro sucumbe a su pasión como periodista e investigador y bajo el seudónimo de “Santoro” se adentra en las lides de la comunicación social de la época para medios como “El Cojo Ilustrado”, y el periódico “El Granuja”, impreso que él mismo fundó y que lo secundaría además en la dirección de la Imprenta Nacional de Venezuela.
De una manera por demás fluida, Antonio Herrera Toro logró disfrutar de sus pasiones y además dirigir grandes organizaciones y academias como director de Edificios y Ornato o director de la Academia Nacional de Bellas Artes, por nombrar algunos de los escaños que ocupó como hombre de las artes y en pro de ellas.
La Fundación Museos Nacionales (FMN) en pleno tomó la determinación de rendir tributo a este grande por su mística, profesionalismo, pasión por el arte nacional y por la dedicación que puso de manifiesto para enseñar a las nuevas generaciones mediante la educación y el ejemplo de su labor diaria e inagotable, bien fuese en la dirección de vitales Almas Mater del país o desde su púlpito como exponente de la pintura clásica hasta el 26 de junio de 1914, día de su partida.
T y F: Fundación Museos Nacionales